- La Vieja Guardia

Beewoman, la protectora de abejas

Fecha: 22 jul 2018

Cd. de México (22 julio 2018).- Un enjambre de abejas suele entenderse como una amenaza, y la reacción es llamar a los bomberos para su retiro.

Pero, en lugar de exterminar a estos insectos, la médica veterinaria Adriana Peña Véliz propone rescatarlos como parte de una campaña que busca transformar la relación de la sociedad con estos himenópteros en peligro de extinción.

Su desaparición afectaría sobremanera a la humanidad: 70 por ciento de los frutos y verduras que consumimos son polinizados por las abejas, y de ellas depende también el 30 por ciento de forrajes que alimentan a los animales proveedores de carne, explica la especialista.

"Si empiezan a desaparecer", advierte, "habrá déficit de alimentos y un desequilibrio ecológico importante".

Se calcula que en el mundo hay una reducción en la población de abejas de 30 por ciento, indica.

En México, la costumbre de recurrir a los bomberos para deshacerse de ellas se remonta a los años 80 del siglo pasado, cuando las abejas africanas se dispersaron en territorio nacional, procedentes de Brasil, refiere Peña Veliz.

"Aparte de que los volúmenes que tienen son mucho mayores a nivel de población, las africanas llegan a ser más defensivas; atacan para defender su colmena más que las europeas, que son las que teníamos en México", expone la ex coordinadora del Programa Nacional para el Control de la Abeja Africana en el Distrito Federal de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa).

Atacaron, sin embargo, no sólo a las africanas, sino todo tipo de abejas, medida que pretendió revertir Peña Véliz desde la Sagarpa con un protocolo para rescatar las que fueran viables y donarlas a los apicultores.

Ya fuera de la dependencia gubernamental -donde el programa desapareció-, la veterinaria continúa con los rescates, ahora desde la empresa Abeja Negra S.O.S, que fundó también un apiario.

Para sostener la empresa heroica que encabeza impulsa el programa "Guardianes de la colmena", con personas que asumen una especie de padrinazgo mediante la aportación de mil 500 pesos al año y, durante la cosecha de miel, reciben productos elaborados con ella.

Los guardianes pueden visitar las colmenas que apadrinan y hasta verificar el desarrollo al interior de éstas, asegura.

"Y así aportan para que mantengamos más abejas; el tema no nada más es rescatarlas, sino crecer nuestros apiarios, porque las abejas están muriendo y los apicultores ya somos como súper héroes".

Como todo acto de aspiración heroica, Peña Véliz, esa suerte de Beewoman, acumula heridas de guerra.

"En rescates simples no me llevo ningún piquete, pero, cuando deben retirarse (los enjambres) de estructuras o de algún sitio más complicado, me llevo hasta unos 20 o 25 en las manos, pero también en brazos y piernas, porque a veces me agacho para hacer un manejo y se meten entre las rodillas. Al principio lloraba; ahora me pican y es como si tuviera una roncha".

Lidiar con picaduras es uno de los desafíos que afrontan los apicultores, quienes tienden a desaparecer por las magras ganancias económicas, señala.

"En la Ciudad de México, por ejemplo, 60 por ciento de los apicultores tienen entre 45 y 60 años y los hijos no tienen ningún interés en proseguir en este oficio: si trabajan en un Oxxo 5 horas, ganan el equivalente a una labor de 12 horas y media en campo".

El escenario para las abejas es adverso aun en los parques capitalinos, donde paradójicamente escasean las flores que ellas requieren.

Peña Véliz aconseja a los ciudadanos colocar en el balcón, u otro espacio del que dispongan, macetas con caléndula, salvia, lavanda, heliotropo y girasoles, entre otras plantas, además de colocar bebederos con tezontle al centro, o alguna piedra para que la abeja pueda sostenerse y no se ahogue, así como consumir miel de productores locales. La mejor, recomienda, es la cristalizada.

Otro programa de Abeja Negra S.O.S consiste en apadrinar a un bombero o un rescatista mediante fichas que pueden adquirirse con un monto de 50 a mil 500 pesos. Este dinero permite dotarlos de instrumentos para el rescate de los himenópteros.

Una vez equipados, reciben capacitación gratuita para retirar enjambres o colmenas sin proceder al exterminio como primera opción.

Señala que los enjambres muy probablemente estarán en los lugares de manera transitoria y no atacarán si las personas mantienen la calma y no manotean.

"Ellas estaban aquí antes que nosotros. Invadimos su espacio. No puedes decir: vamos a matarlas porque tengo mi casa en Las Lomas".
Enjambres burocráticos
Adriana Peña Véliz batalla más con enjambres burocráticos del Gobierno capitalino que con una multitud de abejas.

Para cerrar un perímetro en vía pública al momento de realizar un rescate la envían lo mismo a la Procuraduría General de Justicia que al servicio de poda de árboles. En Cuauhtémoc, por ejemplo, ha solicitado la colaboración de Protección Civil.

Un día le reportaron un enjambre localizado en un poste, y no podía actuar porque no encontraba a la autoridad responsable del poste.

"En muchas delegaciones nadie sabe dónde pedir permiso".

Por eso Abeja Negra S.O.S, cuyo servicio tiene un costo de entre 750 y 850 pesos en la zona metropolitana, propone la formación de un comité y de un protocolo de trabajo que permita proteger a la ciudadanía mientras recuperan enjambres o colmenas.

Este planteamiento lo presentará ante las autoridades.

Fuente: Reforma