- La Vieja Guardia

Quiénes son los invisibles, los niños estadounidenses forzados a crecer en México

Fecha: 30 nov 2017

Llegaron a Tijuana en circunstancias diferentes, unas más dramáticas que otras, pero ahora comparten un destino común.

Son estudiantes que nacieron en Estados Unidos y de pronto se encontraron en México, en un entorno desconocido y en una escuela con un sistema educativo totalmente diferente.

Algunos dominan el español y otros mantienen el inglés más vivo; unos viven con su familia completa y otros tienen parientes en ambos lados de la frontera.

Los llaman alumnos binacionales, estudiantes migrantes o alumnos en tránsito.

También se los conoce como "invisibles": su aspecto físico les hace parecer mexicanos y a veces no reciben la atención especial que quizá necesiten.

BBC Mundo habló con varios de ellos en la escuela de secundaria Leyes de Reforma de Tijuana.

"Nadie sabe por lo que he pasado"

Margarito Román de Santiago tiene 14 años.

Nació en Montclair, California, y llegó a Tijuana hace apenas tres meses.

"A mi papá lo deportaron hace 2 años. A finales del pasado verano mi mamá decidió venir voluntariamente. Yo pasé una última semana en EE.UU. y me mudé con ellos", cuenta Margarito.

Margarito Román de Santiago (Foto: Beatriz Díez)

Lleva poco tiempo en Tijuana y dice que tiene una mezcla de emociones, le gusta la vida en México pero extraña lo que dejó en California.

Habla más inglés que español, lo que supone una lucha constante para este niño reservado que reconoce que pasa la mayor parte del tiempo solo.

"De repente, no sé por qué, mi papá fue a la cárcel. Estuvo allí unos años y después lo deportaron", relata.

"Fue muy intenso para todos. Lloramos. Ningún niño quiere ver a sus padres deportados, es demasiado emocional. Eso afectó mucho a mi familia".

Su hermana se casó en Estados Unidos y su hermano también se quedó allí.

"En California no hablaba tanto español como me toca hacerlo aquí. Es difícil, no puedo explicar por lo que he pasado".

Pese a la tristeza y su tono severo, Margarito está motivado para alcanzar sus objetivos de vida, que son terminar la escuela en Tijuana y regresar a EE.UU. para ir al instituto y luego a la universidad o al ejército.

Escuela Leyes de Reforma, Tijuana, México (Foto: Beatriz Díez)

"Este es un nuevo episodio en mi vida. Aprendo cómo vive la gente y así es cómo estoy viviendo ahora: adaptándome a mi nuevo entorno", dice.

"Nunca me rindo"

Ángel Alexis Hernández nació hace 13 años en Moreno Valley, California. Es el más pequeño de cuatro hermanos, dos chicas y dos chicos.

Ángel Alexis Hernández (Foto: Beatriz Díez)

Su mamá fue deportada a México hace casi una década y durante más de 6 años estuvieron separados.

Durante el tiempo que se quedó en California, vivió con sus tíos y abuela.

"Mi vida en EE.UU. era divertida. Tengo bastantes recuerdos. Estudiaba con mi prima, íbamos a la misma clase. Aquí tengo diferentes profesores, allí tenía uno", recuerda.

Todavía se está adaptando a los cambios: el idioma, las aulas, los escritorios, los profesores, las calificaciones... todo le resulta diferente.

Con el español no ha tenido muchos problemas porque lo hablaba en casa con su tía y abuela.

Su madre desea regresar a EE.UU. pero no tiene papeles. El resto de la familia sí tiene documentos y cruza de un país a otro sin problema.

Ángel se quiere quedar con ella y construir recuerdos juntos.

Patio de la escuela Leyes de Reforma, Tijuana, México (Foto: Beatriz Díez)

En cuanto a los estudios, Ángel quiere asistir a la preparatoria en EE.UU. y luego hacer la universidad o convertirse en bombero.

"De California extraño la comida rápida, las películas, la forma de vida. Pero, de todo, lo que más extraño son los árboles, el ecosistema. Olía muy bien. Me sentía seguro allí", rememora.

Tijuana también le gusta. Dice que es una ciudad divertida, caótica y sorprendente.

"Nunca me rindo. Me gusta lo de aquí y lo de allí, no puedo elegir un lado. Mi mamá vive aquí pero extraño gente de allí, es una balanza", explica.

"Mi mamá sabe que le voy a arreglar los papeles"

La llegada de Neo Mendoza Gutiérrez a Tijuana fue distinta de la de los otros chicos. El suyo no fue por un caso de deportación.
Neo Mendoza Gutiérrez (Foto: Beatriz Díez)

"Mi papá abusaba de mi mamá, fue un caso de violencia doméstica. Nos vinimos aquí con mi padrastro y hermanastros", relata.

Neo nació en West Covina, California, en 2003. Está en México desde hace 6 años, tiempo en el que no ha hablado casi inglés y dice que se le está olvidando.

"Siento que cuando vaya a la preparatoria en EE.UU. me voy a confundir mucho", expresa.

Es un chico tranquilo, reflexivo, con las ideas bastante claras.

"Antes odiaba a los mexicanos, ¡y mi mamá es mexicana! Poco a poco fui comprendiendo que no tenía lógica lo que hacía, era una forma de pensamiento muy extraña. No pensaba muy bien en ese entonces", reconoce.

Ahora se siente binacional: "Nací allá pero tengo sangre mexicana y me gustan los dos lugares".

Le apasiona la historia de México.

"En primaria sobresalí en historia, empecé a aprender todo sobre México, los indígenas, la llegada de Colón, las cuevas, los manglares, los parques, las tradiciones… me fascina".

Neo Mendoza Gutiérrez (Foto: Beatriz Díez)

Las áreas verdes es lo que más extraña de California: "Salíamos mucho al parque. Íbamos a comer seguido. Aquí trabajamos más y muy rara vez salimos a la calle".

Al igual que Margarito y Ángel, Neo tiene claro que estudiará la preparatoria y la universidad en Estados Unidos.

"Mi sueño es ser profesor de matemáticas. Me fascinan las matemáticas", dice al pensar en su futuro, un futuro en el que ayudará a su familia.

"Mis papás no pueden cruzar a EE.UU. Mi mamá estaba tramitando sus papeles y se salió, entonces los cancelaron".

Y agrega: "Pero ella no se preocupa mucho por eso porque sabe que le voy a arreglar los papeles en cuanto sea mayor de edad".

"Me llaman la gringa"

Para Joana Verduzco, que nació hace 14 años en Moreno Valley, California, su paso por Tijuana es temporal.
Joana Verduzco (Foto: Beatriz Díez)

Creció en San Diego y pasó casi toda su infancia entre California y Tijuana por motivos de salud en la familia.

"Cuando me quedé del todo aquí, en Tijuana, tenía 12 años. Desde entonces he estado aquí", precisa.

Joana ha hecho amigos y le gustan los profesores que tiene en México, pero vive con su mente puesta en EE.UU.

"Extraño la organización de la vida social que hay allí. Extraño a mis amigos, el tipo de materiales escolares, la educación que a veces es mejor que aquí en México", opina.

"Definitivamente volveré a EE.UU. para ir al instituto. Quiero estar en un mejor ambiente de estudio. Será difícil dejar México, donde también tengo amigos, pero me quiero mudar".

En el colegio tijuanense todos saben que Joana es de EE.UU. "Me llaman la gringa", dice riendo.

No por eso la tratan de manera diferente.

"Soy sólo una chica más en su clase, que habla español y sabe inglés. Me preguntan por palabras, les ayudo y eso es todo", comenta.

A Joana le gustaría ser cantante o actriz. Es un sueño que quiere desarrollar en EE.UU. y no tiene duda de que lo conseguirá.

Esfuerzos desde el sistema educativo

Las autoridades de Baja California son muy conscientes de la realidad que viven estos jóvenes con raíces a ambos lados de la frontera.

En cada ciclo escolar unos 3.200 niños extranjeros llegan a este estado mexicano, ya sea por primera vez o como regreso.

"La mayoría de ellos son estadounidenses", le dice a BBC Mundo Yara Amparo López, encargada del programa binacional de educación migrante en Baja California.

Los casos con los que trabaja López son de distinta naturaleza:

  • Niños nacidos en Estados Unidos que han estudiado desde pequeños en Baja California pero se irán a EE.UU. para completar la educación secundaria.
  • Niños nacidos en EE.UU. con formación académica inicial en dicho país, que llegan a Baja California en medio del ciclo escolar por diversos factores como deportación, salud, economía, reunificación familiar, etc.
  • Niños nacidos en México que se han formado en EE.UU. y ahora están de regreso.
Yara Amparo López (Foto: Beatriz Díez)

Le preocupan especialmente "los invisibles".

"Cuando recibimos a un chico que es estadounidense pero que sus padres son mexicanos, físicamente para mí es un mexicano", afirma.

"En un nivel educativo de secundaria es la etapa cuando al estudiante menos le interesa hablar, menos le interesa hacer amigos en un espacio nuevo, menos le interesa decir cómo se siente.

"Estos chicos tienden a ser retraídos, a no hablar de su experiencia y tienen miedo a equivocarse. Hemos encontrado que pasan a la invisibilidad porque ellos mismos generan esta invisibilidad.

"El reto de cómo trabajar la globalización en la escuela lo tiene que enfrentar el docente", sostiene López, quien agrega que el objetivo de su programa binacional es precisamente darle las herramientas necesarias a ese docente.

Fuente: BBC Mundo.