- La Vieja Guardia

Tejedores indígenas conjuntan historias y modernidad en sus piezas

Fecha: 03 ago 2018

Tlayacapan, Ver., Agosto de 2018 (Notimex).- Cada una de las comunidades huastecas se distinguen por sus trabajos artesanales, en donde los tejidos son el común denominador, actualmente sin distinción de género para su elaboración; piezas que no son caras sino costosas por la habilidad técnica, el tiempo y el valor cultural.

Durante la conferencia Tejedores de Universos, como parte del Festival de la Huasteca, celebrado en su edición XXIII en Tantoyuca, Veracruz, artesanos describieron la elaboración de sus productos como sombreros, canastas y morrales, los cuales tienen un significado cultural más que económico.

Angelina Osorio, una tejedora de la comunidad Hueycuatitla, Veracruz, indicó que en términos culturales el tejido del textil es femenino y la labor del hombre agrícola, pero actualmente es bastante bien visto que los hombres se involucren en las tareas del textil.

En su lengua natal, explicó que la imagen en sus prendas tiene que ver con la noción de patrimonio, lo que les pertenece tradicionalmente basado en historias locales, los cuales son procesos de inspiración creativa a manera colectiva.

Victor, tejedor con fibra del zapupe entre los indígenas teneek, de Tantoyuca, agregó que era una tarea del género masculino porque es muy difícil elaborar el morral tantoyuquense, el cual es importante para la comunidad y una actividad económica en la que el trabaja desde los 11 años.

Detalló que cuando empezó a hilar, su abuelito le decía cómo hacerlo con cuidado y de ahí comenzó a hacer otro tipo de morrales, sobre el diseño tradicional, como mochilas, morraletas de mandado, carteras, ya que los hombres, cuando no hay trabajo en el campo, se dedican a tejer y las mujeres a hilar.

Por su parte, el joven Bartolo indicó que al principio fue difícil dedicarse a esta actividad pensada para mujeres, pero hoy se vive en una equidad de género “en la que valemos igual y estudié para dar a conocer que tanto las mujeres como los hombres podemos hacer eso, cada prenda cuenta una historia”, aseguró.

Pedro Hernández, de Xochiatipan, Hidalgo, hablante de náhuatl, mencionó desde niños a adultos se ocupan de la labor en la producción de textiles, en su caso, su madre le enseñó a confeccionar pero no debía tocar el telar porque su papá era machista y no era bien visto; sin embargo, se integraron al proyecto cuando comenzaron con pedidos de rebozo.

“Caímos en lo que pide el cliente y en lo que debería de mejorarse y de ese confort de hilo rojo se comenzó a hacer de colores, y otro estilo y técnica más perfeccionista sin perder las raíces”, contó, por lo que ahora tiene su propio taller con base a su esfuerzo y busca que sus productos tengan historia y modernidad.

El moderador del encuentro, Arturo Gómez Martínez, contextualizó que en los años 30 hubo una ley a las comunidades indígenas que asistieran a las cabeceras municipales con ropa que no fueran propia de la nobleza por lo que comenzaron a vestir ropas citadinas.

El artesano de sombreros, Arcadio Maqueda, de Tantoyuca, compartió que desde hace décadas arregla los sombreros los cuales han estado en todos lados e incluso han llegado hasta Europa y a sus 88 años sigue trabajando, porque aunque no es difícil, es laborioso.

También se expuso que el sombrero de trenza o tacoco, se emplea para trabajar; los chiquihuites son unos canastos tejidos de punto y las canastas son para la cosecha del maíz, para las tortillas, el pan, y para las danzas; las de forma cuadrada son para hombres y las mujeres usan las redondas que cargan en la cabeza.

Finalmente, Arturo dijo que en algunas localidades hacer un bordado no es trabajo económico sino de ocio, porque terminando sus labores se ponen a bordar lo cual hace que se cuestione el concepto de trabajo, y los artesanos mostraron cómo encontrar el valor cotidiano a lo que se denomina artesanías concepto que no existe en sus lenguas, pero sí el del arte como la máxima expresión creativa.