- La Vieja Guardia
Históricamente, los espacios dedicados al comercio se han convertido en detonantes de intercambio cultural. Cuando los pueblos confluyen en ciertos lugares para intercambiar los productos de su región u oficio, inmediatamente trasladan los paisajes, la fuerza de trabajo y la creatividad humana contenida en ellos. Tras un proceso de asimilación, los productos gestan nuevas expresiones culturales, ya sean gastronómicas, artísticas o inmateriales. Pienso que uno de estos lugares que ejemplifica con nitidez el intercambio humano generado por el comercio es el Mercado Municipal Benito Juárez de Puerto Escondido, Oaxaca.
Al entrar al recinto entreabierto, inmediatamente se percibe una gran cantidad de aromas que rememoran la gastronomía oaxaqueña. Chiles, mole, verduras frescas, frutas, flores, especias, etcétera. Todo ello está presente mientras se revela una escena multicolor.
De acuerdo con nuestra guía, Gina, en el Mercado Benito Juárez confluyen una gran cantidad de pueblos provenientes de distintos puntos de la costa de Oaxaca. Los fines de semana es posible apreciar la diversidad cultural, ya que los visitantes del mercado asisten con sus trajes tradicionales y hablan con orgullo sus propias lenguas. Sin embargo, la diferencia aquí tiene un valor positivo, la gente es hospitalaria y desean genuinamente interactuar con los visitantes.
Si lo que deseas es simplemente sentarte y maravillarte una vez más con la comida oaxaqueña, aquí es el lugar. Encontrarás platillos como tlayudas, tamales, atole, enchiladas, tasajo, ensalada de nopales, agua de chaya, etcétera. Todo ello preparado por manos generosas y personalidades alegres.
Tampoco puedes irte sin recorrer el espacio dedicado a las artesanías. Los artesanos, quienes expresan una serenidad y mirada contemplativa única, te responderán las dudas sobre sus producciones, lo que te puede ayudar a comprender mejor el proceso de manufactura y la importancia cultural que tiene para los habitantes de la región. Si tienes suerte como yo, te invitarán unos cuantos tragos de mezcal, lo que alegrará tu día aún más.
Entre las maravillas que hallarás hay huaraches hechos con suela de llanta y correas de piel, mismos que usan la mayoría de los abuelitos y campesinos de la región. Por su puesto, no puede faltar el barro rojo y el barro negro, con el que los artesanos hacen todo tipo de alfarería. Petates, comales, cestería, blusas, imágenes religiosas, también se hacen presentes.
Finalmente, casi como una mezcla entre la gastronomía y la artesanía, no puedes irte sin comprar un delicioso pan de muerto tradicional de Oaxaca. A diferencia del pan de muerto consumido en el centro del país, este pan tiene la forma de un pequeño cuerpo robusto y es decorado con rostros de alfeñique.
Al despedirse del Mercado Benito Juárez es fácil quedarse reflexionando sobre la vitalidad de cada uno de los aromas, sabores y creaciones que confluyen en un mismo espacio. Desde las labores campesinas y ganaderas, hasta la templanza de los artesanos y panaderos. El intercambio comercial de pueblos no se reduce a una relación de compra-venta. Se trata del conocimiento del otro que ofrece su cotidianidad, sus costumbres y hábitos. Es la vida del otro que podemos probar, oler y recordar para siempre.
Fuente: México Desconocido