- La Vieja Guardia
Coatlán del Río, Mor., Ago (Notimex).- La ex hacienda Santa Rosa, ubicada en la localidad Cocoyotla, en este municipio, fue próspera en la producción de azúcar, miel y alcohol durante el siglo XIX, sin embargo, el inesperado estallido de la Revolución Mexicana mermó las actividades que aquí se realizaron durante más de cien años.
Esta majestuosa construcción de cuatro hectáreas se localiza en la carretera federal Alpuyeca-Grutas de Cacahuamilpa, muy cerca del río Chalma, y siendo paso obligado hacia estas cuevas en el estado de Guerrero, hospedó a innumerables viajeros, entre los más connotados al barón Alejandro de Humboldt, a la emperatriz Carlota y al romántico escritor Francisco Zarco.
Actualmente los propietarios, quienes son un grupo de personas descendientes de extrabajadores de esta hacienda, dicen que buscan el rescate de este magnífico conjunto de edificios que son mudos testigos de acontecimientos históricos y testimonio insustituible del patrimonio arquitectónico de Morelos.
Pablo Reyna, uno de los dueños y cuidador de esta finca, dijo en entrevista con Notimex que hoy en día se puede observar la barda perimetral, un portón junto a un portal de arquería (donde quizá se encontraba la tienda de raya), el acueducto hasta donde estuvo la rueda, la casa principal, algunos salones y bellos arcos.
Además, se conserva el moderno chacuaco de concreto, o chimenea que resultó dañada luego de los sismos de 2017, la capilla, y su torre, todo esto a la orilla del río Chalma, que todavía marca el lindero poniente de la edificación.
En un recorrido por ésta, comentó que en un inicio aquí se fabricó piloncillo, posteriormente azúcar morena o blanca y alcohol.
Se pueden observar viviendas pequeñas, las cuales, asegura Pablo Reyna, pertenecieron a los trabajadores y sus familias, así como lavaderos, baños, pequeños cuartos y una cocina. De igual modo se encuentran construcciones que sugieren fueron las viviendas de los dueños de la hacienda.
Respecto a la zona donde se elaboraban los derivados de caña, se aprecia un depósito o estanque de miel con capacidad de 96 mil 660 litros, un molino con una turbina, filtros, calderas, todo esto rodeado de diversos árboles frutales, flores, grandes áreas verdes y fauna propia del lugar.
Añadió que debido a que la finca estuvo un tiempo embargada, en 1975 él fue testigo de que se llevaron la maquinaria que aquí se encontraba, o lo que llama fierro que fue desmontado y enviado con destino supuestamente a Veracruz y Puebla, ya que como afirma había una grúa y maquinaria de alta potencia.
Indicó que es impreciso el año de la fundación de la hacienda, pero se toma en cuenta como fecha de referencia 1837, año en el que se inauguró la torre y existe una placa que data de ello, sin embargo, cuando esto pasó ya se habían construido algunos edificios, por lo que se piensa que fue mucho antes.
De acuerdo con documentos que relatan la historia del ingenio azucarero Santa Rosa, se precisa que se tuvieron testimonios de la existencia de una fábrica de este tipo en Cocoyotla hasta el año de 1737, cuando se hace mención de un “trapiche de fabricar panela”, que fue de Juan Morales y el cual se refiere a un molino utilizado para extraer el jugo de la caña con el que se elaboraba piloncillo.
Refiere que en ese mismo año se heredó a Pedro de la Fuente, avecindado en el cercano pueblo de Malinalco y mercader de oficio, lo que nos permite suponer que para estas fechas ya llevaba algún tiempo funcionando, pues por poco que lo haya conservado cada heredero, deben haber trascurrido algunos años.
Para 1746 ya era un trapiche de cierta importancia, con cuatro calderas, canales para el caldo, tanques y un cazo que servía de enfriador, todo dentro de un edificio de cal y canto con techos de tajamanil. Al pasar de los años ya se tenía una población estimada en 1790 de 130 habitantes.
El ingenio siguió creciendo y hacia el año 1837 el entonces propietario, don Antonio de Silva, ordenó la construcción de la iglesia con un costo de cinco mil pesos. De acuerdo con una placa que existía al pie del edificio, las campanas fueron fundadas por Rómulo Guadarrama.
Menciona que en 1841, la producción era de entre treinta y cincuenta (mil arrobas de azúcar) de 345 a 575 toneladas.
En 1874 figuran como propietarios Guadalupe Rubio, Ignacio Lara y Medina, y se reporta una producción de 15 mil arrobas (172.5 toneladas) de azúcar por el procedimiento antiguo y otra cantidad igual por el nuevo procedimiento de turbina. En estos años la población de esta hacienda era de 261 habitantes.
La hacienda era de don Agustín Monterde en 1889, para pasar, diez años más tarde a manos de don Romualdo Pasquel, logrando producir 178 toneladas de azúcar, 278 toneladas de miel, más 278 toneladas de dulce con el nuevo procedimiento de centrífugas.
En 1900 obtienen premios en la Exposición Universal en Paris los productos enviados desde esta hacienda, por lo que tres años más tarde se había incorporado ya maquinaria moderna fabricada en Inglaterra que amplió la producción, requiriendo necesariamente más tierras y agua, por lo que se construyó un canal para tomar las aguas del Río Chalma desde los límites con el Estado de México.
Para estas fechas se logró elevar la producción, sólo de azúcar a 669 toneladas, aparte de la miel y la lucrativa producción de alcohol que ya se trabajaba aquí desde años atrás. Don Romualdo era propietario también de las cercanas haciendas de Miacatlán y su anexa Acacingo, conjuntando una extensión de 17 mil 336 hectáreas.
En 1910, el censo arrojó una población para Cocoyotla de 598 personas, 325 hombres y 273 mujeres; una producción de azúcar de cerca de 750 toneladas y de miles de alrededor de 300 toneladas, que en el mercado tenía un precio de casi 100 mil pesos, por lo que el avaluó fiscal de la hacienda según la Ley de Revalúo de junio de 1909 era de 350 mil pesos.
El movimiento armado con motivo de la Revolución Mexicana ocasionó que el ingenio dejara de producir y sus tierras, que al momento del reparto agrario eran de seis mil 472 hectáreas, se distribuyeron en los años de 1927 a 1929 entre los ejidos de Coatlán del Río, Cocoyotla, y la Colonia Morelos en este estado y El Ahuacate, Santa María Xoquiac y San Andrés en el vecino Estado de México, quedándole al casco de 30 hectáreas.
Después de algunos años de abandono, en 1946 compró este ingenio el experimentado ingeniero León Salinas, que tenía contacto con el ramo azucarero desde hacía ya muchos años, pues fue él quien realizó importantes obras hidráulicas e inclusive construyó para Vicente Alonso Simón, a principios del siglo el ingenio Chinameca.
De este modo se repararon los edificios, renovó la maquinaria y construyó un imponente chacuaco (chimenea) de concreto fabricando azúcar, piloncillo y alcohol, abasteciéndose de caña de las sociedades ejidales circunvecinas.
En la década de los cincuentas se le vendió el ingenio a la empresa Canales y Cía., que lo operó por corto tiempo, pues los créditos y los problemas laborales ocasionaron que pasara a manos de Nacional Financiera en 1960.
En los años setenta el gobierno de Morelos intentó volverlo al camino de la productividad y lo entrega a un grupo de obreros integrados en cooperativa, quienes venden la maquinaria como fierro viejo, arruinando nuevamente este casco.
Entre los intentos por preservar esta construcción, puede ser visitada previo a la solicitud de un permiso con los propietarios, así como es rentada para llevar a cabo diversos eventos, y no se descarta la posibilidad de convertirla en un sitio turístico para la realización de bodas o retiros espirituales.