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¿Una mujer, la próxima astronauta mexicana?

Fecha: 07 abr 2019

Este 12 de abril se cumplen 58 años de la primera vez que un ser humano logró viajar al espacio y orbitar la Tierra. El vuelo de 108 minutos del cosmonauta Yuri Gagarin inauguró una nueva era para la ciencia y tecnología humana en la microgravedad.

Desde entonces, según las cifras de la Federación Aeronáutica Internacional, 562 personas de 36 nacionalidades han cruzado la línea de Kármán, el límite entre la atmósfera y el espacio exterior, ubicada por convención a 100 kilómetros por encima del nivel del mar. Entre estos audaces seres humanos se cuentan al mexicano Rodolfo Neri Vela (Misión STS-61-B del Transbordador Espacial Atlantis del 26 de noviembre al 3 de diciembre de 1985) y el mexicano-estadunidense, José Hernández (Misión STS-128 del Transbordador Espacial Discovery del 29 de agosto al 11 de septiembre de 2009).

Mexicanos en el espacio

Los dos representantes de nuestro país en el cosmos siguieron rutas diferentes para alcanzar la meta espacial. El primero, a través de una rigurosa selección del programa generado por el gobierno mexicano y la NASA, en el marco de la puesta en órbita del satélite de comunicación Morelos II. José Hernádez, por su parte, lo hizo como ciudadano americano por la vía tradicional de los astronautas de la agencia espacial estadounidense, que implica una combinación entre poseer atributos, grados académicos y completar pruebas físicas e intelectuales.

La pregunta que no puede faltar es quién será el próximo astronauta mexicano. Las investigaciones científicas de frontera, la tecnología actual y la apertura cada vez mayor del sector espacial a la industria privada presentan nuevas oportunidades. En este competitivo panorama, una nueva generación de jóvenes está sabiendo aprovechar esta era espacial para acercarse a las estrellas y abrir la puerta del cosmos.

La sinaloense Carmen Victoria Félix es, desde muy temprana edad, una de las pioneras en marcar la pauta para los mexicanos hacia el espacio. En entrevista para Tangible, nos comparte su más reciente hazaña, convertirse en la primera connacional en ser seleccionada para el programa sin fines de lucro PoSSUM (Polar Suborbital Science in the Upper Mesosphere) como candidata a Ciudadana Científico-Astronauta.

Se trata de un proyecto privado organizado por la Asociación para los Vuelos Espaciales Humanos —Human Spaceflight Association— que pretende acercar el espacio a los científicos ciudadanos de cualquier nacionalidad. Entre los objetivos principales de este entrenamiento se cuenta el preparar a los participantes para poder realizar misiones en la microgravedad para el estudio de las nubes noctilucentes, las cuales se forman en la capa de la atmósfera llamada mesosfera, a más de 80 km por encima de los cuerpos polares, y que son de gran interés para entender los efectos del ser humano en el cambio climático. También son preparados para experimentar sobre aeronomía, bioastronáutica e investigaciones de factor humano, que son vitales para desarrollar las misiones espaciales del futuro.

Experiencia internacional A través de este programa, realizado en la Universidad Aeronáutica de Embry-Riddle, la mexicana, que cuenta ya con experiencia de 8 años en misiones análogas a Marte en países como Austria, España, Estados Unidos, Países Bajos y Polonia, ha tenido oportunidad de acercarse más a la meta de visitar el espacio a través de la mentoría de entrenadores de NASA, un equipo de científicos especialistas en estudios de la atmósfera, en colaboración con el Instituto de Tecnología de Massachusetts -MIT- y la Agencia Espacial Canadiense. “Dentro de las pruebas, hacemos vuelos acrobáticos en los cuales experimentamos diferentes niveles de gravedad. En mi caso, en las pruebas que realicé pasamos desde -2 gravedades hasta casi 6G. En un punto arriba de 5.5 gravedades, ya empiezas a sentir que tu cuerpo se funde con el asiento porque es muchísima presión muy fuerte”, relata la ingeniera en Electrónica y Telecomunicaciones. La Agencia Espacial Canadiense probó gracias a los candidatos a Ciudadanos Científicos-Astronautas un chaleco de sensores biométricos diseñado para monitorear los signos vitales de los astronautas en sus sesiones diarias de ejercicio cuando se encuentran en el espacio. “Esta tecnología fue probada por el astronauta David Saint-Jacques a bordo de la Estación Espacial Internacional. Y en octubre pasado, o sea dos meses antes de que utilizara en la estación, fue uno de los experimentos que hicimos en la microgravedad. A mí me tocó ponerme el chaleco.”

La oportunidad en la nueva generación de vuelos espaciales Carmen está desarrollando las habilidades y certificaciones necesarias para realizar experimentos en las naves comerciales que actualmente están en producción y pruebas, como son la nave de Virgin galactic, Space Ship Two; la nave de Blue Origin, New Shepard; o incluso con la nave Dragon para tripulación de Space X, que está actualmente en pruebas para llevar astronautas a la Estación Espacial Internacional.

“Es por eso que nos ponen como candidatos. Estamos a la espera de que se aprueben o se empiecen a utilizar este tipo de naves y, una vez que esto pase, habrá un pool de candidatos certificados para poder realizar experimentos en este tipo de naves.” El proceso de selección, relata la maestra en ciencias espaciales por la Universidad Espacial Internacional, es similar al que siguen los astronautas de agencias.

Requiere que los candidatos cuenten con una sólida formación académica en áreas de ciencia y tecnología, un proyecto de investigación y pasar con éxito los exámenes médicos de la Administración Federal de Aviación de los Estados Unidos, el mismo que presentan los pilotos aviadores. Representación femenina y nuevas generaciones.

Para que este esfuerzo no se vea diluido, sino utilizado como plataforma para los jóvenes, Carmen, junto con un grupo de otras 12 candidatas a Ciudadanas Científicas-Astronautas de 5 diferentes nacionalidades (estadounidense, irlandesa, canadiense, puertorriqueña y mexicana), crearon PoSSUM 13, proyecto que busca inspirar y aumentar la representación de mujeres en el sector espacial.

“Es una iniciativa, un programa, que nace en honor a las mujeres que durante el programa Mercury 13 estaban también preparadas para ser seleccionadas como astronautas.

Todas ellas eran pilotos y pasaron todas las pruebas igual que los que sí fueron seleccionados para el programa Mercury, pero, por el simple hecho de ser mujeres, no pudieron volar.”

La primera acción del grupo fue el lanzamiento del “Reto de Microgravedad PoSSUM 13”.

Consiste en darle oportunidad a estudiantes de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe para que sus experimentos puedan realizarse en microgravedad.

La convocatoria está abierta para equipos de máximo 4 niños o jóvenes entre 13 y 17 años, cuya líder sea una mujer. Tres misiones científicas serán seleccionadas y llevadas a cabo a bordo del avión Falcón 20, del Consejo Nacional de Investigación de Canadá, diseñado para poder volar en parábolas y generar el efecto de gravedad cero.

El vuelo está programado para el próximo octubre y la líder del grupo ganador del primer lugar podrá vivir la experiencia junto con las 13 mentoras. “Cuando surgió la idea, que tenemos trabajando desde el año pasado, busqué asegurarme de que mexicanos pudieran participar. Lo que buscamos es ser una plataforma de educación y de mentoría especialmente enfocada a mujeres aunque no es para solo mujeres. Para que las niñas y adolescentes se animen y puedan tener esta oportunidad de realmente hacer experimentación en microgravedad, que no es una oportunidad que se da todos los días.” Como Carmen, toda una generación de jóvenes, la generación espacial, está buscando afianzar el lugar de México en el espacio.

No sólamente involucrándose en misiones de entrenamiento para astronautas científicos o análogos, sino destacando en el desarrollo de tecnología, en el emprendimiento espacial, con fuerte presencia en la medicina aeroespacial y en áreas también de derecho y políticas públicas. Todo con el objetivo de que nuestro país pueda aprovechar esta nueva ola de desarrollo que fue valuada en 2018 en 360 miles de millones de dólares a nivel global. Fuente: El Universal